El Crimen de las Quinielas

La policía de Alicante se encontró en 1954 con un cadáver a medio quemar en avanzado estado de descomposición dentro de un chalet en la colonia veraniega de Vistahermosa de la Cruz. El chalet lo había alquilado dos meses atrás un individuo que dio un nombre falso. El lector juega con ventaja, sabe quien es ese individuo, le ha acompañado desde el principio de la novela, sabe que se llama Julio López Guisot y que dice tener un método para acertar en las quinielas, de hecho ha tenido dos veces trece aciertos.

El lector ha visto como Guixot se desespera porque no consigue el dinero necesario para poner en práctica el método de su creación. N    ecesita más dinero para que el método sea totalmente efectivo. El lector sabe que ha alquilado un chalet pero no sabe con qué fin.

Estamos ante la tragedia de la soberbia. Ante la necesidad de demostrar al mundo que hasta entonces no le ha tratado demasiado bien que tiene un cerebro privilegiado. Guixot hará todo lo que sea necesario para demostrarlo.

Al igual que en “El Sacamantecas”, mi anterior obra el origen es un guion cinematográfico. Un director de teatro que conocía me pidió le escribiera los diálogos para su primera película. La verdad es que él nunca escribió ni una sola línea, pero me pasó la información que había recopilado: los artículos que el periódico INFORMACIÓN publicó durante tres días consecutivos refiriéndose a lo que se conoció como “El crimen de Vistahermosa de la Cruz”.

Al final de la novela ofrezco una relación de los hechos reales. En esta novela la ficción a veces parece más creíble que la realidad. Pero no he querido hacer una crónica criminal al uso. Probablemente el haber pensado en modo cine al comenzar a escribir esta historia me hizo apartarme del rigor histórico cuando lo creí conveniente en aras de hacer disfrutar al público.

La acción se sitúa en la España en blanco y negro de los años cincuenta, un periodo que viví como niño, en pleno franquismo, con el cine y el fútbol como pasatiempos nacionales. He disfrutado repasando fotos y periódicos antiguos de un Alicante que no conocí pero de el que ahora puedo hablar como si hubiese vivido en allí en aquellos tiempos.

Los personajes tienen nombre propio, los de mayor protagonismo en la historia existieron en realidad aunque sus personalidades sean fruto de mi imaginación. Junto a ellos los totalmente imaginarios que complementan un cuadro de ambición, crimen, amor y muerte.